Trabajar la Inteligencia Espiritual en las aulas puede aportar muchos beneficios a los estudiantes. Trazaré a continuación algunas líneas básicas sobre qué es la Inteligencia Espiritual, qué competencias abarca y cuál es el reto a la hora de incluirla en el currículum escolar.
La Inteligencia Espiritual (IES) es un constructo que, poco a poco, ha ido adquiriendo relevancia científica gracias al estudio multidimensional de la inteligencia. Mucha de esta significatividad se debe a la Teoría de las Inteligencias Múltiples, desarrollada por Howard Gardner en 1983. Cuando su modelo fue reconocido y aceptado internacionalmente, se atrevió a definir una novena inteligencia, la espiritual o existencial, y a demostrar que cumplía los criterios para ser considerada una de ellas; antes temió la desconfianza y el rechazo de sectores cientificistas u ortodoxos.
A partir de este momento, van apareciendo diversos estudios interesados en definir este concepto y delimitar sus competencias (Zohar y Marshall, 2000; King y DeCicco, 2009; Torralba, 2010; Jahani, 2010; Alonso, 2011; Chaktoura, 2015; Villafranca, 2016; Sisk, 2019; Skr- zypinska, 2021). En las próximas líneas trataré de plantear las conclusiones a las que llegué en la investigación que llevé a cabo en La Inteligencia Espiritual: Definición y Competencias. Un Instrumento de Evaluación de su Desempeño Competencial1.
DEFINICIÓN DE INTELIGENCIA ESPIRITUAL
A partir de la revisión bibliográfica y las entrevistas realizadas en la investigación, podemos definir la Inteligencia Espiritual como la capacidad que:
Desarrolla la identidad a través de la INTEGRACIÓN creativa.
Favorece actuaciones éticas con comprensión y compasión.
TRASCIENDE los acontecimientos y realidades.
Tiene una función ADAPTATIVA:
-
- Afronta y resuelve problemas de significado y
- Consigue
- Encuentra sentido en la
- Acepta la
- Libera de
- Genera paz, alegría, gratitud, perdón.

COMPETENCIAS DE LA INTELIGENCIA ESPITIRUAL
Asimismo, a partir de las aportaciones más relevantes de los diferentes autores estudiados y de las coincidencias entre las personas entrevistadas en la investigación cualitativa y su verificación en la investigación cuantitativa del cuestionario, se determinaron las siguientes competencias: Consciencia, Perdón, Trascendencia, Amor-compasión, Sentido, Dolor-sufrimiento, Libertad, Gratitud y Efectos (serenidad, alegría, confianza, belleza). Estas últimas eran, para los participantes, las que confirmaban una auténtica vivencia espiritual. Con todas las aportaciones, se definieron y concretaron cada una de las competencias para evaluar y desarrollar la IES mediante programas aplicados en distintos ámbitos educativos, sociales o empresariales.
INCLUSIÓN DE LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL EN EL SISTEMA EDUCATIVO
Ahora el sueño más atrevido puede ser la inclusión de la Inteligencia Espiritual y sus competencias en los diseños curriculares, en las leyes de educación. Como ya recogió P. González, en 2009, en la publicación de Escuelas Católicas Reflexiones en torno a la competencia espiritual: la dimensión espiritual y religiosa en el contexto de las Competencias Básicas Educativas, distintos países anglosajones como Gran Bretaña, Canadá o Australia han incorporado el desarrollo de esta inteligencia en sus sistemas educativos; así reconocen la importancia de estas competencias para una educación realmente más integral e integradora. Por tanto, un campo interesante de estudio podría ser el diseño de programas más efectivos para el cultivo y el desarrollo de cada una de las competencias espirituales como, por ejemplo, los programas elaborados por Sisk y Torrance en 2002, 2008 y 2019.
Ya hay iniciativas significativas en la formación y el desarrollo de la IES en el ejercicio del liderazgo en organizaciones religiosas y empresariales, responsabilidad social corporativa y modelos económicos sostenibles, especialmente, en contextos de vulnerabilidad (Wigglesworth, 2013; Villafranca, 2016).
Las competencias de esta inteligencia recogen lo esencial y común a toda experiencia espiritual y religiosa auténtica. Puede, por tanto, favorecer un diálogo ecuménico e interreligioso profundamente tolerante y crear redes y ámbitos de colaboración.
ANTONIA MARTÍN SÁNCHEZ
Psicóloga y profesora en el Centro Universitario
de Magisterio Escuni