La relación entre la familia y la escuela es fundamental para el desarrollo integral de los niños y jóvenes. Esta colaboración favorece el correcto desarrollo infantil y juvenil, optimizando la educación y formación de los estudiantes.

Fortalecer la relación entre el colegio y la familia es clave para el desarrollo educativo, emocional y social de los niños, creando un entorno propicio para su crecimiento integral

En este sentido, se debe hablar de sinergia en la tarea educativa, donde el esfuerzo conjunto de las partes da un resultado superior que el que cada parte podría llevar por su cuenta (Martínez-Otero, 2006).

Lo primero sería definir qué se entiende por participación. Parto de la idea de que participar es el proceso de implicarse de las personas y los grupos entre sí para conseguir la transformación del entorno. La Real Academia Española (RAE) define la participación como “la acción y efecto de participar”. En esta definición, aparentemente simple, se encuentran tres conceptos que es importante analizar por separado. Según la RAE, la palabra “participar” significa “tomar parte de algo”, por lo tanto, se habla de “acción” (hacer algo), y de “efecto”, siendo aquello que ocurre por algo, que es el fin por el que se hace algo.

Otro término íntimamente ligado a “participar” es “implicar”, cuya definición según la RAE es “hacer que alguien o algo participe o se interese en un asunto.”, siendo este concepto fundamental para el concepto de participación educativa, ya que cuando alguien se implica en algo significa que toma parte activa en ello. El término “implicar” conlleva el compromiso de quien participa. 

En educación, la participación implica la colaboración activa entre las familias y el profesorado buscando ambos el bien de los hijos-estudiantes, debiendo reflexionar sobre cuál es la mejor manera de crear alianzas que implementen esta participación

El Estudio del Consejo Escolar del Estado elaborado en el año 2014 pone de manifiesto “la necesidad de participar a nivel personal con los tutores de los cursos de los hijos y que a mayor vínculo de implicación y compromiso de las familias con los centros, mejores resultados”. (Consejo Escolar, 2014)

La incidencia positiva que tiene la participación generando alianzas basadas en el compromiso, la confianza y la colaboración entre la familia y las instituciones educativas contribuye a la mejora de la calidad de la educación.

Arasanz (2014) afirma: “La familia tiene el derecho y la obligación de participar en la educación de sus hijos, siendo este uno de los puntos fundamentales del principio de la libertad de enseñanza que ya se inicia con la elección de centro en donde los hijos desarrollarán sus estudios y que tendrá continuidad a lo largo de toda su formación”.

La participación tiene numerosos obstáculos que dificultan el buen fin de la misma: desconocimiento de cuestiones educativas por parte de las familias, falta de comunicación y diálogo fluido entre las partes, desconfianza y falta de interés por parte de familias y profesores generado por una falta de entendimiento mutuo, etc. Pero también hay obstáculos externos, como la dificultad de conciliación de horarios laborales y escolares, que sí se consiguieran solventar darían solución a muchos de los anteriores. 

Otro factor importante es la transformación de la sociedad; los cambios acontecidos en las últimas décadas están afectando no solo a las funciones de las escuelas y las familias, sino también a cómo las segundas valoran a las primeras, a lo que esperan de ellas, a su forma de relacionarse y al propio sistema educativo, complejo y heterogéneo. (Fernández Enguita, 2016) 

Esta formación es crucial para fortalecer la relación entre la familia y la escuela que promueva una colaboración efectiva y que beneficie el desarrollo integral de los estudiantes. 

Algunos aspectos destacados de la importancia de esta formación incluyen:

PREPARACIÓN ESPECÍFICA  

La formación docente debe incluir estrategias y habilidades específicas para trabajar con las familias, lo que implica comprender la importancia de esta relación en el proceso educativo.

CAMBIO CURRICULAR

La implementación de cambios curriculares que aborden la preparación de los docentes para trabajar con las familias es fundamental para fortalecer esta colaboración.

COMUNICACIÓN EFECTIVA

Los docentes necesitan desarrollar habilidades de comunicación efectiva con las familias, estableciendo canales abiertos y constructivos para una colaboración fructífera.

INCLUSIÓN EN PROGRAMAS EDUCATIVOS

Es crucial que la formación inicial de los docentes incluya contenidos relacionados con la colaboración familia-escuela, evitando que estos temas queden relegados en los currículos educativos.

La formación adecuada de los docentes para trabajar en conjunto con las familias es fundamental para fortalecer la relación entre la escuela y la familia, promoviendo las alianzas que beneficien el aprendizaje y el desarrollo integral de los estudiantes.

En la participación se encuentran distintos niveles en función de la implicación de las partes:

INFORMATIVO

En este caso, la participación se limita a ser informado e informar sobre los hechos importantes que pueden afectar a la vida escolar de los niños y niñas. Desde la escuela se informa a las familias de las distintas acciones que se llevan a cabo en el colegio y de algún dato concreto que se piense que es importante que las familias conozcan. 

COLABORATIVO

Suele ser el modo más común de participación de las familias. En este caso, las familias colaboran en la escuela en aquellas actividades colegiales a las que son convocados. También se acompaña a las familias en su labor educativa, de tal manera que los profesores orientan y aconsejan para poder realizar su labor de la mejor manera posible.

 CONSULTIVO

En este nivel se encuadra la participación organizada colectivamente, los Consejos Escolares de Centro, las Asociaciones de Padres y Madres, las Federaciones y Confederaciones de Padres. Los distintos organismos tienen carácter consultivo ya que sus consejos e informes no tienen carácter finalista. Tienen la  función de contribuir y aconsejar en las decisiones dando el punto de vista de las familias. 

La participación de las familias en la educación a todos los niveles (informativo, colaborativo y consultivo), fundamentada en la confianza y la responsabilidad mutua, contribuye positivamente en el desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje de los niños y en el buen desarrollo de la labor educativa de la institución. (Ladrón de Guevara, 2019)

Se entiende que participar en la escuela, por parte de las familias, supone un principio de corresponsabilidad que empieza por la implicación en la educación de los propios hijos e hijas, para ir alcanzando mayores cuotas de presencia en el centro educativo y en el entorno; y no sólo de presencia sino de capacidad de iniciativa, de audiencia, de propuesta y de incidencia en la toma de decisiones. Se puede participar a título individual o en asociación con el resto de las familias, o haciendo red y creando organizaciones de tercer nivel, con el objetivo de lograr mayor influencia en la gestión del sistema educativo y en la definición de las políticas educativas.

La progresión de la participación muestra cómo, a medida que se incrementa la presencia de las familias, la planificación y la dimensión de las acciones que llevan a cabo, el grado de formalización y el nivel de incidencia en la toma de decisiones, crece el impacto de la participación y la capacidad de transformación del contexto en el que se da.

El tipo de acción llevada a cabo está relacionada con la intensidad de la participación: desde una participación muy puntual y pasiva, hecha individualmente, como asistir a la reunión informativa de inicio de curso; hasta el nivel de acción que requiere un trabajo en equipo, o incluso en red, y que parte de la iniciativa propia de las familias, como puede ser, por ejemplo, el hecho de impulsar un proyecto de creación conjunta que remodele a fondo los espacios exteriores del centro escolar.

El objetivo de la participación distingue si la actuación que se lleva a cabo se vincula a objetivos personales e individuales, al bien del propio hijo, o si la acción pretende una mejora colectiva, que normalmente implica una actuación conjunta con otros y se vincula a objetivos compartidos o colectivos. A veces una acción individual, como ser delegado o delegada de los padres y madres de la clase, tiene un efecto colectivo sobre el conjunto del alumnado y las familias. El objetivo describe el sentido último de la participación.

El grado de institucionalización distingue los diferentes canales de participación previstos en la normativa vigente: desde los menos formalizados, como pueden ser los encuentros de padres y madres fuera de la escuela, o impulsando una revista o una fiesta popular, hasta los espacios de participación formal, como son las comisiones mixtas, el consejo escolar (regulado por ley) o bien la junta de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) (1), regulada por los estatutos de la misma asociación.

Por último, hay varios grados de acceso a la toma de decisiones: dar y recibir información, aceptar y dar opiniones, consultar y hacer propuestas, delegar tareas y cargos, codecidir, cogestionar y autogestionar, participar en una acción reivindicativa, ser miembro de las comisiones de garantías de acceso a la escolaridad del municipio, etc.

El ámbito de participación de las familias se puede clasificar como participación individual y participación colectiva. Individual es cuando se refiere a la participación educativa del propio hijo. Cuando se habla de participación colectiva, se hace referencia a la participación de las familias en relación con el grupo, a la participación en tanto representación de un colectivo educativo.

En las categorías de la participación de las familias llamadas “individuales” se encuentra lo relacionado con la información que los padres reciben sobre el progreso de sus hijos, la organización del sistema escolar en general y del centro escolar en particular, los criterios de admisión o sus propios derechos.

PARTICIPACIÓN INDIVIDUAL DE LAS FAMILIAS

La participación individual de las familias se hace a través de las comunicaciones del colegio con las familias y a través de las tutorías personales del profesorado con las familias. 

Para afianzar la alianza entre la familia y la escuela a través de la tutoría, es fundamental seguir algunas pautas clave que fortalezcan esta relación colaborativa:

COMUNICACIÓN ABIERTA Y CONSTANTE: establecer canales de comunicación abiertos y efectivos entre los padres y los educadores es esencial para una colaboración exitosa.

ROLES Y RESPONSABILIDADES CLARAS: definir claramente los roles y responsabilidades de cada parte involucrada en la educación del niño y la niña es fundamental para una acción coordinada y efectiva.

CONFIANZA Y RESPETO MUTUO: fomentar un ambiente de confianza y respeto mutuo entre la familia y la escuela es crucial para el desarrollo integral del niño.

PARTICIPACIÓN ACTIVA: involucrar a los padres en el proceso educativo, explicando cómo aprenden sus hijos y brindando información relevante sobre las metodologías educativas utilizadas, puede fortalecer la colaboración.

BENEFICIOS RECÍPROCOS: reconocer que tanto la familia como la escuela se benefician mutuamente de esta relación, lo que contribuye al bienestar y éxito académico de los estudiantes.

Fortalecer la tutoría entre la familia y la escuela a través de una comunicación abierta, roles claros, confianza mutua y participación activa, crea un entorno propicio para el desarrollo integral de los niños, optimizando su aprendizaje y crecimiento. 

PARTICIPACIÓN COLECTIVA DE LAS FAMILIAS

Las familias de un colegio están representadas por las asociaciones de familias, ya que según la Ley de 1985 (art. 3 a art. 8) gozan de libertad de asociación y del derecho a utilizar los equipos y edificios escolares para sus actividades. También por medio de los consejos escolares de los centros; podemos encontrar consejos escolares en todos los niveles de gestión y seguimiento de la educación: municipio, territorio, autonomía y estado.

Generalmente la participación en los consejos escolares de los centros se realiza a través de las AMPA.

Prácticamente existe por lo menos una asociación de padres en cada escuela, aunque no es obligatoria su constitución. Es cierto que la legislación contempla que puede haber más de una AMPA si siguen los requisitos necesarios que están establecidos por la ley.

Las familias se asocian en las asociaciones de padres y madres de sus colegios; estas, a su vez, se pueden federar en las federaciones de ámbito autonómico, que de la misma forma se asocian en confederaciones nacionales y agrupadas en las asociaciones europeas.

FUNCIONAMIENTO Y FUNCIONES DE UN AMPA

Las AMPA tienen como fin ayudar a las familias en la educación de sus hijos junto con el colegio.

Los objetivos que estas tienen para hacerlo son: promover la implicación de los padres y madres en la educación de sus hijos; impulsar la formación de las familias, en colaboración con el colegio y organizar actividades formativas, culturales, deportivas, solidarias, etc., que favorezcan la relación entre las familias y el colegio.

Las asociaciones se gobiernan en función de la Ley de Asociaciones, regida por los Estatutos de constitución. 

Algunas ideas de funcionamiento de un AMPA:

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  • Debe estar inscrita en el registro de la comunidad autónoma pertinente.
  • La composición de la junta directiva ha de estar actualizada en el registro de su comunidad.
  • Debe estar inscrita y actualizada la última versión de sus estatutos. Es importante conservar los originales  sellados por la comunidad autónoma pertinente. 
  • Registro de las actas de las Asambleas y reuniones que realicen las juntas directivas de dicho AMPA y éstas deben estar firmadas por el secretario y presidente. Es importante saber dónde se guardan los documentos del AMPA, teniendo un libro de socios y un fichero con la relación de los socios del AMPA. Así mismo, hay que saber qué porcentaje de padres del colegio son socios.
  • Reflejar la frecuencia con la que se reúne la junta directiva del AMPA y si esa frecuencia está conforme con lo que se establece en los estatutos.
  • Realizar un calendario con las reuniones previstas durante el curso que sea conocido por todos los miembros de la junta directiva.
  • Dar a conocer previamente el orden del día  de las reuniones indicando los puntos principales a tratar. Es importante reflejar cuáles son los objetivos/prioridades para el curso actual.
  • Reflejar cuántos miembros acuden a las reuniones.
  • Celebrar la Asamblea Anual donde se aprueban las cuentas del ejercicio anterior y se presenta el presupuesto para el nuevo ejercicio.
  • Cumplir con las obligaciones y requisitos de la Protección de Datos.
  • Un factor importante en el funcionamiento del AMPA es la relación de esta con la dirección del colegio, ya que dicha relación facilita la comunicación y la actividad conjunta del colegio con las familias. Para que esa relación sea lo más fructífera posible, es importante celebrar reuniones periódicas entre el AMPA y el director del colegio, reflejando la frecuencia y estableciendo un calendario previo de esos encuentros, para conseguir una comunicación fluida, confiada y eficaz entre ambos.
  • Es importante preparar el futuro del AMPA, es decir, la continuidad de la asociación. Para ello hay que prever la incorporación de nuevos miembros a la junta directiva, para preparar el relevo en función de lo establecido en los Estatutos.

Un factor importante en el funcionamiento del AMPA es la relación de esta con la dirección del colegio, ya que dicha relación facilita la comunicación y la actividad conjunta del colegio con las familias. Para que esa relación sea lo más fructífera posible, es importante celebrar reuniones periódicas entre el AMPA y el director del colegio, reflejando la frecuencia y estableciendo un calendario previo de esos encuentros, para conseguir una comunicación fluida, confiada y eficaz entre ambos.

Es importante preparar el futuro del AMPA, es decir, la continuidad de la asociación. Para ello hay que prever la incorporación de nuevos miembros a la junta directiva, para preparar el relevo en función de lo establecido en los Estatutos.

 

 

Queda claro que la implicación de las familias en las escuelas sigue siendo una cuestión pendiente (Garreta, 2014), pero en la que se han producido importantes transformaciones en las dos últimas décadas. 

La unidad familia-escuela, basada en la participación y la implicación positiva de las familias, es fundamental para el éxito educativo, fundamentando esta alianza en la confianza y la comunicación.  

Las familias necesitan pautas concretas y realistas para poder llevar a cabo su labor educativa. De ahí que la participación entre familia y escuela sea prioritaria.

Como hemos visto anteriormente, esta participación no es fácil, y los modos de participación actuales no son siempre los más adecuados para cada circunstancia. Tenemos un reto en la actualidad que es repensar qué instrumentos son los mejores para conseguir una mayor implicación de las familias en la educación y que sean realmente parte del sistema educativo forjando alianzas fuertes.

Se ha de pensar en la realidad de las familias del siglo XXI para conseguir la mejor implicación. Desde las propias escuelas se debe tener muy en cuenta el contexto de las familias que forman la comunidad educativa de ese centro, ya que son distintas de un colegio a otro.

La base de esa participación es la comunicación entre la escuela y la familia. Se deben buscar mecanismos que favorezcan y mejoren la comunicación y la hagan más directa y personal. Hay  que pensar que para que la implicación sea real, la familia debe sentirse parte del colegio.

Desde las escuelas e instituciones educativas se debe promover y desarrollar la formación continua de las familias con el fin de ayudarles a ejercer su papel de primeros educadores en una sociedad en constante evolución, a ser más conscientes de sus responsabilidades y, también, para poder asegurar una mayor coherencia en los mensajes que se establecen entre la familia y la escuela.

Hay que buscar mecanismos que ayuden y favorezcan la conciliación laboral de las familias con la escuela. En la actualidad, los horarios y disponibilidad de poder participar eficazmente en la escuela son, en muchos casos, incompatibles.

 

Se deben establecer canales para el intercambio de información útil, completa y oportuna entre las instituciones educativas y las familias.

Promocionar el desarrollo de diversas modalidades de participación de las familias en la institución educativa, en distintas instancias y no sólo en los niveles informativo y colaborativo. 

Por otro lado, como se ha visto, los estudios ponen de manifiesto que lo difícil es poner en práctica la participación en los centros. Esto ha de llevar a intentar concebir, no sólo cómo participar, sino nuevas fórmulas de participación que promuevan una “ciudadanía activa” y responsable; buscando medidas de conciliación que favorezcan la participación, por ejemplo, programando las reuniones de familias en horarios que faciliten la asistencia y participación activa de la mayoría de las familias.

Para que todo esto pueda llevarse a cabo, necesitamos mejorar la comunicación y la interacción entre las familias y el centro educativo, impulsando la formación continua del profesorado,  además de la  creación de alianzas y redes de las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de cada centro con otras asociaciones de padres de la comunidad, con el fin de apoyarse, aprender unos de los otros, compartir recursos, etc.

BEGOÑA LADRÓN DE GUEVARA

Universidad Villanueva, Madrid. blguevara@villanueva.edu

Bibliografía

Arazanz, A. y Alferéz, A. (2014). L’educació en drets humans i la seva pràctica. Barcelona: Edicions 62.

Consejo Escolar Del Estado (2014). La participación de las familias en la educación escolar. Ministerio de Educación. ISBN 978-84-369-5616-0

Fernández Enguita, M. (1995). La escuela a examen. Madrid Pirámide.

Garreta, J. (2014). La participación de las familias en la escuela: una cuestión pendiente. Documentación Social. Revista de Estudios Sociales y Sociología Aplicada, 171, 101-124. 

Ladrón de Guevara, B. (2019). Escuelas de familias y participación de las familias en la escuela. En Martínez L.M. Escuela de familias, del arte a la educación. Dykinson

Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación. Boletín Oficial del Estado, 159, de 4 de julio de 1985. 

Martínez-Otero, V. (2006). Comunidad educativa. Claves psicológicas, pedagógicas y sociales. Madrid: CCS.

Naciones Unidas. (1948). Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Pérez Díaz, V., Rodríguez, J.C. y Sánchez Ferrer, L. (2001). La familia española ante la educación de sus hijos. Barcelona: La Caixa.

Reparaz, C., Naval, C. (2014). Bases conceptuales de la participación de las familias. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (Ed.), La participación de las familias en la educación escolar (pp. 21-34).

Abstract 

The article underscores the importance of collaboration between family and school for the holistic development of children, emphasizing the active participation of both parties. It highlights the need for open communication, defined roles, and mutual trust to strengthen this relationship. Additionally, various levels of participation are mentioned, from informative to consultative. It concludes by emphasizing the importance of promoting «active citizenship» and responsibility, as well as improving communication and interaction between families and the educational institution to achieve effective collaboration.

[1]En esta publicación, para hacer referencia a las asociaciones de familias se las ha llamado AMPA – Asociación de Madres y Padres de Alumnos, pero hay que tener en cuenta que hay otros modos de denominarse en función del nombre que tenga la asociación, como por ejemplo, APA – Asociación de Padres de Alumnos, AFA – Asociación de Familias de Alumnos, APYMA – Asociación de Padres y Madres de Alumnos.

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