En la escuela católica debemos tener muy claro cuál es nuestro norte, cuál nuestra razón de ser, y ésta es, la evangelización desde la educación. Nuestra identidad y misión no es otra que esa, por la propia naturaleza de esta misión. El objetivo no es otro que la transformación de la persona, al igual que la conversión de tantas personas cuando se encontraron con Jesús. Se trata de ayudar a transformar el corazón, llegar al corazón desde el corazón.
En este sentido, cumplimos con esta misión cuando nuestros proyectos educativos son eminentemente evangelizadores. Esto no quiere decir que se prioricen ciertas actividades pastorales por encima de lo académico, porque evangelizar no es hacer pastoral, significa que el proyecto educativo esté fundamentado en un humanismo cristiano, es decir, en los valores que Jesús enseñaba, y sobre todo que se tenga claro el para qué queremos educar con un proyecto así. Deseamos transformar el corazón de nuestros niños y jóvenes para que lleguen a ser ciudadanos serviciales, solidarios, fraternos, pacíficos, dialogantes, que al fin y al cabo son los valores que Jesús transmitía allí por donde iba. Con esto llegarán a tener una educación integral.
Todo esto supone un grandísimo reto, y de hecho cuando llevamos a cabo actividades, por ejemplo, para que los chicos entren dentro de sí mismos, educándolos en la interioridad; o celebramos una actividad para la solidaridad con los más necesitados; o una festividad religiosa propia de nuestra identidad, hay quien piensa que estamos “gastando” tiempo que quitamos a las materias académicas, sin pensar que, en realidad, si verdaderamente le damos el sentido que merece, si nuestras programaciones están impregnadas de este matiz evangelizador, estamos “ganando” tiempo, y estamos contribuyendo a esa educación integral que deseamos que alcancen.
De hecho, aunque hemos criticado a la LOMLOE en algunos aspectos, en otros, creo que supone una oportunidad para trabajar desde ahí lo que nosotros perseguimos. Refiriéndonos a la solidaridad en concreto, en el Artículo 7, donde se citan los objetivos, el primero dice:
“Asumir responsablemente sus deberes, conocer y ejercer sus derechos en el respeto a las demás personas, practicar la tolerancia, la cooperación y la solidaridad entre las personas y grupos, ejercitarse en el diálogo afianzando los derechos humanos como valores comunes de una sociedad plural y prepararse para el ejercicio de la ciudadanía democrática”.
Pero no queda ahí, porque en el perfil de salida del alumnado aparece la vinculación entre las competencias claves y los retos del siglo XXI, muy relacionados con los ODS y el Pacto Educativo Global, lo cual aparece explícitamente en la ley. Hay muchos ODS relacionados con la solidaridad, pero claramente el 1, 2, 3, 10 y 16 tienen que ver directamente con educar en la solidaridad, al igual que en el PEG, los ámbitos de “Dignidad y Derechos Humanos” y el de la “Fraternidad y Cooperación», tienen línea directa con ella.
Además, en el diseño de las situaciones de aprendizaje, dice la LOMLOE que “debemos apoyarnos en los objetivos y en los principios generales y pedagógicos para buscar los argumentos que den fundamento a la propuesta, como el desarrollo afectivo, los ODS, la gestión emocional, los hábitos de vida saludable y de control corporal, las manifestaciones de la comunicación y el lenguaje, las pautas de convivencia y relación social, el entorno en el que vivimos, el consumo responsable…”. Es decir, que si todo esto estuviera presente en las programaciones didácticas, conseguiríamos seres maravillosos, lo que ya ocurre, aunque a veces nos agotemos…
Pues bien, aterrizando en nuestra experiencia, esto es lo que hemos trabajado y seguimos trabajando en el colegio Nuestra Señora del Carmen de San Fernando (Cádiz) de la Fundación Vedruna Educación, con el programa promovido desde Escuelas Católicas “Tejiendo Compromiso Social en Red”.
Nuestra propuesta educativa, basada en la pedagogía de Joaquina de Vedruna, puesta en práctica por ella misma, y configurada por la trayectoria educativa de las Carmelitas de la Caridad, ha sido continuada por miles de educadores laicos y hermanas, que hoy seguimos intentando contribuir a formar personas felices, que lleguen a convertirse en ciudadanos responsables, solidarios, justos y libres al servicio de los demás.
De entre las características generales de este proyecto educativo, la Propuesta Educativa Vedruna (PEV), hay tres que quisiera resaltar porque están muy relacionadas con el programa “Tejiendo Compromiso social en red”:
- Desarrollar los valores de solidaridad y fraternidad de modo que vayan eliminando la competitividad en sus relaciones.
- El compromiso con los intereses de los pobres y promoción de la justicia y de la solidaridad.
- Una educación motivadora que despierta y hace crecer las posibilidades de los niños y de los jóvenes, y ayuda a descubrir las propias cualidades para ponerlas al servicio de la sociedad.
Teniendo en cuenta estas tres características, y viendo lo que el programa “Tejiendo Compromiso Social en Red” de Escuelas Católicas proponía, vi una gran oportunidad de seguir trabajando nuestra propuesta, fomentando los valores de servicio y solidaridad, máxime cuando el lema de este curso, para toda nuestra institución es Educar la mirada desde el servicio.
Cuando leí el preámbulo del programa “Tejiendo Compromiso Social en Red”, que dice: “nuestras instituciones educativas están comprometidas porque el compromiso social está en el ADN de los centros educativos católicos, que queremos alumnos más solidarios, más comprometidos con la transformación social de su entorno y que todos deseamos un mundo más justo y más humano, pero que no podemos dejar de trabajar la solidaridad, no se puede limitar a acciones concretas como el Día de la Paz, el día del Hambre o la campaña de Navidad”, supe que era la oportunidad de sumarnos, como centro, a dicho programa, para seguir trabajando como hasta ahora, pero buscándole sentido a todo lo que hacemos, que es mucho, y que toda la comunidad educativa que se implica en estas campañas y actividades solidarias a lo largo del curso, vea el sentido a lo que hacemos, el para qué y el por qué. Pues, ¿cuántas veces hemos pensado en los colegios que hacemos multitud de actividades, a veces tan seguidas, que los pequeños ya no saben si es Navidad, si es carnaval, si es Cuaresma o estamos celebrando el día de la Comunidad?
Algo que me atrajo mucho al leer la propuesta de Escuelas Católicas son las cuatro razones por las cuales debíamos inscribirnos en el mismo:
– Posibilita una estructura para que nuestro alumnado crezca en solidaridad.
– Contribuye a crear un mundo más justo, más humano y al cuidado de la casa común.
– Visibiliza los valores y el compromiso social de tu centro y de tus alumnos.
– Y además, permite una evaluación, para poder mejorar de cara al futuro.
Ahora, que hemos pasado el ecuador del curso y nos queda recorrido, puedo decir que el proyecto ha conseguido implicarnos a todos, profesores, alumnos, familias y personal de administración y servicios.
Es sorprendente ver cómo las familias se vuelcan porque ven a sus hijos motivados cuando llegan a casa. Y es que algo nuevo que hemos implantado a raíz de poner en marcha “Tejiendo Compromiso Social en Red”, es el Equipo de alumnos “Delegados de Solidaridad”, desde Infantil hasta los mayores de 4º de Secundaria. Se han empoderado tanto, que contagian al resto de alumnos del cole. Igualmente se ha empoderado de manera positiva el equipo de profesores o de “Tejedores” con representatividad en todos los ciclos, con lo cual, la coordinación es magnífica.
El resultado está siendo genial, pues a pesar de los tiempos críticos que corren, las familias se vuelcan en cada campaña, en cada actividad solidaria y sus hijos han sabido explicarles el porqué hay que ser solidarios en cada momento.
Pensamos que el cambio es personal en cada uno de los miembros de nuestra comunidad, por la participación activa. También se produce una transformación social, pues cada una de las instituciones a las que destinamos las distintas acciones solidarias agradecen con creces la colaboración y a veces se sorprenden de cómo podemos llegar a conseguir tanta ayuda planificada.
Aprovecho para agradecer a Escuelas Católicas este tipo de iniciativas, que ayudan a canalizar lo que ya hacemos desde antaño, pero que a veces nos queda la sensación de hacer por hacer, o de amontonar actividades sin un sentido acorde a nuestra pedagogía. Y, ojo, vamos poco a poco, cuando al final del curso evaluemos el recorrido, podremos discernir sobre si todo vale, o no, si todo ha merecido la pena o no, o si conviene repensar ciertas actividades.
Termino con un texto del documento de Escuelas Católicas “Escuela Evangelizadora” que me parece muy interesante y acorde a lo que planteo en esta experiencia: “La formación del carácter de la persona es una prioridad en nuestros proyectos educativos; es preciso propiciar actividades, tiempos y espacios para que nuestros alumnos descubran los hilos con los que tejer sus vidas y vayan identificando las cumbres a donde quieren dirigir sus existencias, el horizonte de sentido que dará un por qué y un para qué a sus decisiones cotidianas, una razón por la que entregar la vida”.
YOLANDA COTO
Colegio Nuestra Señora del Carmen, San Fernando (Cádiz)
Fundación Vedruna Educación