Vivimos un momento histórico crucial. La crisis climática, intensificada por un consumismo desorbitado e insostenible, amenaza el futuro del planeta y de la humanidad. Conflictos armados, como el de Ucrania y Palestina, ponen en riesgo la vida de millones de personas y provocan desplazamientos forzados, aumentando la pobreza, el desempleo juvenil y la inestabilidad política.
La desigualdad en el reparto de la riqueza se agudiza. Según Oxfam, el 1% más rico del mundo acumula casi el doble de riqueza que el resto de la población mundial.
Los procesos de globalización generan cambios vertiginosos que exigen repensar la educación. ¿Qué, para qué y cómo enseñamos y evaluamos en un mundo cada vez más interconectado a la vez que incierto? ¿Cómo preparamos hoy a nuestro alumnado para construir un futuro mejor?
Diariamente, imágenes de la vulnerabilidad humana nos interpelan. ¿Qué hacemos ante la vulneración de derechos humanos? ¿Con qué enfoque y de qué medios recibimos esa información? La Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global (EpDCG) se convierte en una herramienta fundamental para transformar esta realidad. Desde ella se promueve la comprensión crítica de los desafíos globales como la crisis climática, la desigualdad y los conflictos armados; se desarrollan valores como la justicia social, la solidaridad y la responsabilidad global; y se fomenta la participación activa de la ciudadanía en la construcción de un mundo más justo y sostenible.
La Ley Orgánica de la Educación (LOMLOE) reconoce la importancia de la EpDCG y la integra como un elemento esencial del currículo educativo. Es hora de convertirla en una realidad en las aulas, brindando a nuestro alumnado las herramientas necesarias para construir un futuro mejor para todos y todas.
Ante la inquietante situación de crisis mundial en la que vivimos y los retos que se nos plantean, una parte de la población puede tener una mirada catastrofista según la cual no queda lugar para la esperanza y el declive mundial es inevitable.
El Papa Francisco nos recuerda que como católicos debemos soñar con que un mundo mejor es posible y que es nuestra misión ponernos a trabajar para lograrlo. Por ello, propone una alianza global, con el objetivo de abordar los desafíos y crisis en el ámbito de la educación a nivel mundial, partiendo de que la educación es un motor de cambio social y un instrumento clave para la construcción de un mundo más justo y solidario.
El Pacto Educativo Global (PEG) es una iniciativa del Papa Francisco que en 2019 nos hace una invitación a reflexionar y dialogar sobre el futuro que estamos generando para el planeta y para la juventud. Aboga por la colaboración global entre líderes políticos, religiosos, educativos y la sociedad civil, para enfrentar los desafíos educativos de manera conjunta. Impulsa la acción colectiva, buscando fortalecer una educación que promueva la paz, la justicia, la solidaridad y el respeto mutuo.
“Vivimos un cambio de época: una metamorfosis no sólo cultural sino también antropológica que genera nuevos lenguajes y descarta, sin discernimiento, los paradigmas que la historia nos ha dado.
Sin embargo, cada cambio necesita un camino educativo que involucre a todos. Para ello se requiere construir una “aldea de la educación” donde se comparta en la diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas. Un proverbio africano dice que “para educar a un niño se necesita una aldea entera”. Por lo tanto, debemos construir esta aldea como condición para educar. El terreno debe estar saneado de la discriminación con la introducción de la fraternidad, (…). Una alianza entre los habitantes de la Tierra y la “casa común”, a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones. Para alcanzar estos objetivos globales, el camino común de la “aldea de la educación” debe llevar a dar pasos importantes. En primer lugar, tener la valentía de colocar a la persona en el centro. Para esto se requiere firmar un pacto que anime los procesos educativos formales e informales, que no pueden ignorar que todo en el mundo está íntimamente conectado y que se necesita encontrar – a partir de una sana antropología – otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso. En un itinerario de ecología integral, se debe poner en el centro el valor propio de cada criatura, en relación con las personas y con la realidad que las circunda, y se propone un estilo de vida que rechace la cultura del descarte. Otro paso es la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad. (…) De este modo tendremos personas abiertas, responsables, disponibles para encontrar el tiempo para la escucha, el diálogo y la reflexión, y capaces de construir un tejido de relaciones con las familias, entre las generaciones y con las diversas expresiones de la sociedad civil, de modo que se componga un nuevo humanismo. Otro paso es la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad. (…) En esta perspectiva, todas las instituciones deben interpelarse sobre la finalidad y los métodos con que desarrollan la propia misión formativa.“(1)
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En un mundo globalizado que nos interpela y desafía, el PEG del Papa Francisco nos urge a cambiar el paradigma de la educación. Un pacto que transforme el futuro de la humanidad es imperativo. No podemos ser católicos indiferentes ante la vulneración de los derechos de millones de personas. Como docentes católicos, la acción y el compromiso nos llaman a ser parte de esta alianza global.
Cada día, empuñamos el «arma» más poderosa del mundo: la educación. Pero, ¿cómo convertirla en una fuerza transformadora? ¿Cómo generar cambios realmente significativos? ¿Cómo entrenar una mirada global que analice críticamente las estructuras que perpetúan la injusticia?
Estas son las preguntas que debemos responder. Asumir la responsabilidad de construir un mundo mejor exige una profunda reflexión sobre la educación que impartimos.
La EpDCG emerge como un proceso educativo transformador. En ella encontramos el marco, las perspectivas y los enfoques necesarios para implementar el nuevo paradigma educativo al que nos invita el Papa Francisco.
La EpDCG se cimienta en una ética global en constante evolución. Aboga por la defensa de la dignidad humana, la promoción de la responsabilidad social y la solidaridad internacional. La inclusión y el reconocimiento de la diversidad son pilares fundamentales de su discurso y práctica.
Para responder a la diversidad de contextos, se requiere una escuela inclusiva. Esta debe promover la igualdad, combatir la discriminación y eliminar estereotipos y obstáculos en el acceso al aprendizaje. Un currículo flexible, adaptable a las necesidades de todo el alumnado y al contexto educativo, es un elemento clave en este sentido.
El nuevo marco de la LOMLOE nos brinda la oportunidad de formar estudiantes capaces de aplicar el conocimiento a situaciones cambiantes. Para ello, es crucial implementar propuestas pedagógicas que, partiendo de los intereses del alumnado, les permitan construir el conocimiento con autonomía, iniciativa y creatividad. La LOMLOE denomina a estas propuestas «Situaciones de Aprendizaje».
Para una adquisición efectiva de las competencias, estas situaciones deben estar bien contextualizadas y ser respetuosas con las experiencias del alumnado. El enfoque de ciudadanía global cobra aquí un papel fundamental, conectando y aplicando lo aprendido en contextos de la vida real. Las situaciones de aprendizaje deben fomentar el interés común, la sostenibilidad y la convivencia democrática, aspectos esenciales para que el alumnado pueda responder a los grandes retos del siglo XXI.
La EpDCG se convierte en un camino para reivindicar, defender y garantizar la justicia social a nivel mundial. Impulsa a las personas a no permanecer pasivas ante las desigualdades e injusticias que azotan a las sociedades del mundo. Busca también ser el motor del cambio, formando una ciudadanía activa, solidaria y comprometida con la justicia social.
La EpDCG ha evolucionado hacia un enfoque centrado en la justicia social y la transformación crítica. Busca cambiar la mirada de la sociedad, reemplazando iniciativas asistencialistas por acciones que fomenten una transformación socioecológica profunda. Este proceso, aunque complejo, es crucial para que cada persona asuma la responsabilidad de su entorno local.
Lejos de ser una nueva materia, la EpDCG aporta una «nueva mirada glocal crítica». Esta perspectiva enlaza lo local con lo global, integrando la educación en derechos humanos, la educación para la paz, el desarrollo sostenible y la interculturalidad. «Ponerse las gafas de EpDCG» implica ver las cosas como son: analizar críticamente lo que sucede en el entorno local y global, conectando lo micro con lo macro. Pero, sin dejar de ver las cosas como pueden ser: imaginar un futuro mejor y determinar cómo podemos contribuir a él.
La Óptica del Aprendizaje Global (OAG), diseñada por Miguel Ardanaz Ibáñez, utiliza cuatro herramientas ópticas como metáforas para hacer visible lo invisible:
LUPA: Amplía la visión sobre los aspectos generales del proceso enseñanza-aprendizaje.
MICROSCOPIO: Desvela el mundo interdependiente en el que vivimos, permitiendo comprender mejor la realidad y generar empatía con diversas maneras de vida. Se centra en las situaciones de injusticia y las pone en el centro para orientar hacia la inclusión.
GAFAS 3D: Muestra la diversidad presente en cualquier tema del aula. No busca crear un choque entre las diferencias, sino explorar la complementariedad entre diversos puntos de vista.
TELESCOPIO: Permite ver de lejos o acercar el futuro que queremos, tras haber utilizado las herramientas anteriores y definido cómo queremos que sea ese futuro. Pregunta si nuestra propuesta didáctica nos capacita para sentirnos capaces de mejorar el mundo.
Misiones Salesianas y Jóvenes y Desarrollo, en colaboración con Enlázate por la Justicia, ha desarrollado una rúbrica basada en el modelo OAG de Ardanaz. Esta herramienta, dentro del proyecto «Transformar desde la Educación» con Escuelas Católicas, permite al profesorado y otros profesionales de la educación valorar sus enfoques curriculares y prácticas educativas. Además, busca profundizar en la idea de ciudadanía global que apuesta por el aprendizaje en la diversidad, una escuela inclusiva y un mundo con justicia social, felicidad y amor.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la EpDCG comparten un vínculo indisoluble. La Agenda 2030, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, establece 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarcan áreas vitales para el bienestar de la humanidad y el planeta, como la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, la educación de calidad y la acción climática.
El Objetivo 4 de la Agenda 2030 se centra en la educación integral. Bajo el lema «Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos», la meta 4.7 destaca la importancia de la EpDCG para lograr un mundo más justo y sostenible.
Para 2030, se busca que todos los estudiantes adquieran conocimientos y habilidades para promover el desarrollo sostenible. Esto implica integrar en la educación temas como la sostenibilidad, los derechos humanos, la igualdad de género, la cultura de paz, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural.
La Agenda 2030, con un apoyo institucional e internacional sin precedentes, reconoce a la educación como un componente fundamental para el desarrollo sostenible. Aborda aspectos clave como la inclusión, la equidad, el aprendizaje permanente y la ciudadanía global. La educación es crucial para formar una ciudadanía informada, crítica y comprometida con la construcción de un mundo más sostenible.
En este contexto, encontramos una fuerte conexión entre la propuesta del PEG del Papa Francisco, la Agenda 2030 y la EpDCG. Todos estos marcos buscan un compromiso a nivel mundial, involucrando a gobiernos, sector privado, sociedad civil y ciudadanía para trabajar juntos en la consecución de los ODS y construir un futuro más sostenible y justo a través de la educación.
Jornadas, campañas, proyectos solidarios… En casi todos los espacios educativos, formales e informales, encontramos iniciativas que invitan al compromiso con la población vulnerable o al desarrollo del pensamiento crítico. Sin embargo, al profundizar, surge la duda: ¿se considera la EpDCG como algo prioritario o complementario?
La mayoría de los centros educativos valoran la EpDCG y sus contenidos, aunque a menudo desconocen la terminología específica. Sin embargo, la falta de tiempo suele relegarla a un segundo plano.
En los proyectos educativos, encontramos referencias a la convivencia pacífica, la diversidad, la inclusión, la justicia social, la igualdad de género y el cuidado del medioambiente. Pero, ¿qué medidas concretas se toman para hacerlas efectivas? ¿Cómo se integran en las actividades y el currículum? ¿Qué mecanismos y estructuras se ofrecen?
Apostar por la EpDCG implica implementar propuestas concretas que afecten a las metodologías, actividades, estructuras y organización del centro. Introducir este enfoque exige un modelo con decisiones estratégicas. No se trata de realizar acciones puntuales, sino de trabajar día a día con la EpDCG impregnando la vida y la mirada de toda la comunidad educativa.
Las situaciones de aprendizaje de la LOMLOE permiten contextualizar los contenidos. En lugar de hablar de temas alejados de la realidad del alumnado, podemos abordar problemas reales y locales de su entorno: familia, barrio, ciudad, mundo. Aplicar la OAG a estas situaciones nos permite conectar lo local con lo global, generar vínculos con otras realidades, ofrecer preguntas que inviten a la reflexión crítica, introducir diferentes enfoques y puntos de vista, y hacer evidente la necesidad de involucrarse para cambiar las cosas.
En Misiones Salesianas y Jóvenes y Desarrollo, al impartir formaciones a docentes, dedicamos tiempo a reflexionar sobre el modelo de sociedad utópica que anhelamos y, por ende, el tipo de ciudadanos que debemos formar para alcanzarlo.
Los resultados suelen ser similares: anhelamos una sociedad con igualdad de oportunidades, democrática, participativa, que luche por el bien común, sostenible y donde la solidaridad sea omnipresente. Una sociedad donde la paz, la alegría, el amor y la solidaridad sean bandera. Para construirla, necesitamos formar jóvenes libres, proactivos, creativos, empáticos, responsables, solidarios, pacíficos, implicados y plurilingües. Jóvenes con capacidad de liderazgo, trabajo en equipo, oratoria, toma de decisiones, análisis y razonamiento crítico, defensa de sus intereses y los de los demás, etc.
Sin embargo, surge una pregunta crucial: ¿Qué estamos haciendo como docentes para lograrlo? ¿Somos conscientes del modelo de sociedad que transmitimos en el día a día de nuestras aulas? ¿Quién toma las decisiones? ¿En qué se basan? ¿Qué estructura tiene el aula? ¿Cómo está organizado el alumnado y el profesorado? ¿Quién habla, cuándo y cómo? ¿Qué rol tiene el docente? ¿Cuál adopta el alumnado? ¿Cómo se fomenta el pensamiento crítico y creativo? ¿Nuestras aulas realmente siguen un modelo democrático? ¿Los grupos de trabajo son cooperativos o colaborativos?
No podemos hablar de un modelo participativo y democrático de escuela cuando solo el profesorado o la dirección toman decisiones y el alumnado se limita a obedecer y ejecutar. No podemos decir que optamos por modelos cooperativos cuando la estructura del aula no permite el diálogo. No podemos hablar de fomentar el pensamiento crítico cuando no se plantean preguntas que generen conexiones con otras ideas o enfoques, con respuestas múltiples, que conecten con la vida, las pasiones y los problemas del mundo.
No olvidemos que cada docente tiene en sus manos la herramienta más poderosa del mundo: la capacidad de transformar la vida de las personas. El profesorado es responsable de generar un clima de respeto, empatía, alegría y cuidado, donde se pueda discutir sobre cómo mejorar la sociedad. Es responsable de poner sobre la mesa los problemas más graves del planeta, aquellos que afectan a gran parte de la población mundial, de que se busquen y discutan soluciones y se crea en utopías. En definitiva, es responsable de que en la clase se pueda soñar con un mundo mejor y se comprenda que la responsabilidad de hacerlo realidad recae en cada persona.
Stephanie Häusinger, Paloma Montero, Ettore Ravina y Almudena Rodríguez
Misiones Salesianas, Jóvenes y Desarollo
Bibliografía
Ardanaz, M. (2016). Profundizando en el modelo de “La óptica del aprendizaje global”. herramientas y metáforas para que el aula rompa sus paredes. International Journal for Global and Development Education Research, Issue 9, 65-94.
Ardanaz, M. (2015). El aula como espacio de aprendizaje global. El mundo como aula para el aprendizaje transformador: Doce pistas y una óptica. International Journal for Global and Development Education Research, Issue 7, 72-107.
Transformar desde la Educación. (2023). Rúbrica “Óptica del aprendizaje global”. [Documento PDF]. Recuperado de https://www.escuelascatolicas.es/wp-content/uploads/2023/09/optica_aprendizaje_global_transformar_educacion.pdf
Misiones Salesianas y Jóvenes y Desarrollo. (2023). Plan Estratégico de Educación Para el Desarrollo y la Ciudadanía Global (2023-2026). https://jovenesydesarrollo.org/wp-content/uploads/2024/02/plan-estrategico-ts-jyd.pdf
Oxfam. (2023, 14 de noviembre). El 1% más rico acumula casi el doble de riqueza que el resto de la población mundial. Oxfam. https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-acumula-casi-el-doble-de-riqueza-que-el-resto-de-la-poblacion-mundial-en
Pacto Educativo Global. (2024). Vademecum del Pacto Educativo Global. https://www.educationglobalcompact.org/resources/Risorse/vademecum-espanol.pdf
Vergara, J. J., & Murillo, F. J. (2021). Miradas que educan. Diálogos sobre Educación y Justicia Social. Zambra, Baladre.
Abstract
This article explores the urgent need for transformative education in light of global challenges like climate crisis and inequality. It discusses Education for Development and Global Citizenship (EpDCG) within the context of Spain’s educational framework and emphasizes its role in fostering critical understanding and values like social justice. It also highlights Pope Francis’s Global Educational Pact as a call for a collective response to educational challenges. Furthermore, it addresses practical strategies for integrating EpDCG principles into the curriculum and emphasizes the importance of participatory teaching practices. Overall, the article underscores the crucial role of education in shaping a more just and sustainable world.
[1]Mensaje del papa Francisco para el lanzamiento del Pacto Educativo. Vaticano, 12 de septiembre de 2019.