El Campo de Gibraltar, una región situada en el extremo sur de España, es un punto neurálgico de migraciones debido a su cercanía con África y su papel como enlace entre Europa y el resto del mundo. En la comarca estamos viviendo un aumento significativo de población migrante en las últimas décadas, lo que está generando una serie de retos y oportunidades, especialmente en el ámbito educativo y laboral.

La geografía del Campo de Gibraltar, delimitada por el estrecho, nos convierte en un lugar atractivo para muchas personas que buscan mejorar sus condiciones y calidad de vida, y para muchas otras, nos convierte en un lugar de paso. La población migrante se caracteriza por la llegada de personas de diversas nacionalidades, especialmente de países africanos como Marruecos y Argelia o Centroáfrica. Estas personas, a menudo, enfrentan una serie de desafíos, incluyendo la integración cultural, la búsqueda de empleo y el acceso a servicios básicos, como la educación o la sanidad.

La llegada de población migrante ha enriquecido la diversidad cultural de la comarca, pero también ha generado presión sobre los recursos locales, especialmente en el sistema educativo y hogares transitorios. Los colegios e institutos del Campo de Gibraltar se encuentran en la necesidad de adaptar sus programas para atender a una población estudiantil cada vez más heterogénea, donde conviven distintos idiomas, confesiones religiosas, tradiciones y experiencias. Por otra parte, sumamos una presión más al tema de la inclusión, y es la necesidad imperiosa de conseguir precontratos laborales para la regularización de su situación. Esto impide un retorno educativo de la población migrante adolescente y joven, se llegan a sacrificar cualidades y aspiraciones vocacionales por la formación profesional rápida, impartida por entidades sociales, para mejorar su empleabilidad, y así poder acceder al trámite de la regularización documental. A esto lo llamamos arraigo por formación.

Una realidad marcada por una minoría en la migración es el concepto de retorno educativo, que hace referencia a la tendencia de las familias migrantes a regresar a sus países de origen una vez  alcanzado un determinado nivel de formación o desarrollo personal. Este retorno puede estar motivado por diversas razones, incluyendo la búsqueda de oportunidades laborales, el deseo de reunirse con familiares o la necesidad de mejorar las condiciones de vida.

En este retorno del que hablamos, se encuentran también aquellos que no desean volver a sus países de origen, ya sea porque sus familiares están dispersos por Europa, o porque simplemente no tienen nada que perder intentando prosperar en Occidente. Para ellos existen numerosos recursos sociales, entre los que destacan organizaciones  de la Iglesia, cómo  la Fundación Cruz Blanca o Fundación Prolibertas, de los Padres Trinitarios. No son pocos los programas de acción social que ayudan a la integración cultural, social y educativa de estos jóvenes.

En el Campo de Gibraltar, el retorno educativo se presenta como un fenómeno significativo, especialmente entre familias de inmigrantes que han conseguido establecerse temporalmente en la zona. Muchos de estos padres buscan proporcionar a sus hijos una educación de calidad. Este proceso puede ser positivo, ya que les permite adquirir habilidades y conocimientos que les serán útiles para la integración gradual, lo cual es una ventaja con respecto a las generaciones mayores.

Las entidades sociales tenemos un frente, en dicho campo, bastante complejo y delicado. La exclusión y los estigmas sociales dificultan la convivencia en las aulas y la empleabilidad de personas cualificadas. Son necesarias campañas de sensibilización y entidades que acompañen a estos jóvenes en su integración social y educativa. La labor de prevención, que realiza el retorno educativo real de estas personas, ayuda a alejarlos de realidades como el narcotráfico o el trabajo precario.

La diversidad cultural en las aulas del Campo de Gibraltar requiere un enfoque educativo que fomente la inclusión y el respeto por las diferencias. Los docentes se enfrentan al desafío de atender a alumnos  con diferentes niveles de competencia lingüística y habilidades académicas. La falta de recursos específicos para la enseñanza de estos jóvenes migrantes, así como la escasez de programas de apoyo, puede limitar la efectividad del sistema educativo en su conjunto.

Asimismo, la formación continua de los docentes es crucial. Capacitar a los educadores en interculturalidad y pedagogía inclusiva, puede ayudarles a gestionar mejor la diversidad en el aula, garantizando que todos los alumnos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Formación y habilidades que van adquiriendo todos los miembros de la comunidad educativa.

Programas de intercambio cultural y actividades extracurriculares, que celebren la diversidad, pueden ayudar a fortalecer los lazos entre alumnos de diferentes orígenes, contribuyendo a una mayor cohesión social. La colaboración entre las escuelas, las comunidades locales y las organizaciones no gubernamentales, como la Fundación Prolibertas, puede resultar fundamental para implementar estrategias efectivas de integración.

No podemos olvidar que, al igual que la población local, estas personas tienen aspiraciones, dones, capacidades y una vocación destinada a aportar a nuestra sociedad lo mejor de ellos. La equidad es clave para poder acompañar a los jóvenes a realizarse y ser personas formadas e integradas. Superar las barreras lingüísticas, educativas, familiares, o de tradiciones, que se convierten en obstáculos, es clave para que cualquier proyecto educativo y profesional llegue a buen puerto.

FRANCISCO JESÚS FERRER
Delegado de la Fundación Prolibertas en Algeciras

Marketing Digital. Este proyecto ha sido desarrollado por Grupo Enfoca: Diseño web Alicante