TITULO EDITORIAL

En el mundo educativo actual, las necesidades específicas de apoyo educativo abarcan una amplia gama de desafíos ante los que nuestra escuela se siente interpelada y no puede ni quiere dejar de abrir sus puertas. Cada estudiante es único y es nuestra responsabilidad comprender y abordar la enorme variedad de factores determinantes que influyen en su desarrollo integral (psicopedagógicos, conductuales, sociológicos, físicos, emocionales…). 

Ante esta realidad, todos los actores del ámbito educativo, desde los equipos directivos y docentes hasta las familias y el resto de la comunidad educativa, debemos asumir nuestra responsabilidad para aportar soluciones. Se requieren adaptaciones organizativas, recursos suficientes y adecuados, formación y acompañamiento para intervenir estas necesidades de manera efectiva, que implican tomar decisiones fundamentales para el desarrollo de cada uno de nuestros alumnos. 

La colaboración en equipo, tanto de los educadores y de otros miembros de la comunidad educativa, como de profesionales externos, es esencial para alcanzar este desafío. Los educadores desempeñamos un papel crucial en la detección temprana y el apoyo a los estudiantes con características específicas. Nuestro rol es guiar el desarrollo de cada alumno como persona, y para ello, necesitamos colaborar con otros profesionales para brindar un apoyo completo. Todo comienza con un autoanálisis de nuestras competencias personales y profesionales, así como la elección de metodologías que se adapten a las necesidades individuales de los alumnos, crean

do situaciones de aprendizaje personalizadas. Será necesario realizar cambios en la organización para implementar medidas efectivas de apoyo, con la imprescindible labor tutorial y de los orientadores, junto con los claustros al completo, para lograr un enfoque sistémico de los retos y superar las dificultades. Cada alumno también desempeña un papel protagonista, siendo fundamental romper con la mentalidad fija (“todo me sale mal”) y ayudarle a comprender y superar sus limitaciones y alcanzar

el éxito de su aprendizaje con mentalidad de crecimiento (Dweck, 2017) y con la colaboración de la familia, que es esencial en el proceso.

La prevención es importante, pero es igualmente urgente y necesario intervenir desde un cambio de mirada hacia estos alumnos. Debemos ir más allá de las etiquetas y clasificaciones, reconociendo su pleno potencial de desarrollo como personas válidas y capaces, tratando a cada estudiante con confianza en el des

arrollo de sus competencias y valores para la vida. Debemos transformar el currículo para que sea inclusivo y beneficioso para todos, donde los principios del Diseño Universal para

 el Aprendizaje (DUA) sean una gran inspiración. El desarrollo de proyectos que dan respuesta a retos de la vida real (ABR, ABP…) fomentan el aprendizaje competencial, autónomo y participativo entre compañeros y crea un ambiente de apoyo. Y la evaluación debe ser auténtica y centrada no sólo en los resultados, sino también en el proceso, dado que proporcionar una retroalimentación eficaz durante el aprendizaje les prepara para enfrentar los desafíos futuros de manera efectiva.

Las instituciones educativas queremos ser entornos inclusivos que se adapten constantemente para atender las necesidades cambiantes de los estudiantes. Estamos dispuestos a seguir poniendo en marcha medidas de apoyo educativo fundadas en el rigor pedagógico, aprovechando la investigación y las buenas prácticas de otros para adaptarlas a las características específicas de nuestros alumnos, desde el marco y procedimientos del Proyecto Educativo de Centro que sueña una escuela que pone a los alumnos en el centro de un proyecto que personaliza la educación. Para ello, es esencial cuestionarnos el “sentido” de nuestras acciones, no sólo qué hacer y cómo hacerlo, sino también por qué lo hacemos y para quién lo hacemos. Como organizaciones educativas de Iglesia, queremos acoger con mirada samaritana a todos los alumnos y levantar las barreras de la exclusión. Todos somos corresponsables y necesarios para responder a este esperanzador reto.

IRENE ARRIMADAS

@iarrimadas

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